Que Bill Evans se aventurara con pianos sobregrabados para esta sesión fue en 1963 una ocasión histórica. Las sobregrabaciones eran raras en la época de las sesiones producidas por Rudy Van Gelder y Orrin Keepnews, que eran sacrosantas en su naturaleza in situ. Pero en 1963 estaba claro que muy, muy pocas personas podían tocar como lo hacía Evans. Una vez que tuvo consigo mismo con quien tocar, quedó muy claro por qué tenía una mente musical tan singular. Las melodías aquí encajan como dos pares de dedos formando una cuna, y Evans baila las líneas, las hace fluir de manera irregular y las enreda para pintarse a sí mismo en constantes ataduras. Luego se escapa de las ataduras, tan ingeniosamente como lo había hecho el domingo en el Village Vanguard y Waltz for Debby con el legendario trío formado por él mismo, el bajista Scott LaFaro y el baterista Paul Motian. Esta es, con razón, una de las grabaciones más encantadoras del piano de jazz. –Andrew Bartlett

